impasible
tras las puerta cerrada,
a la intemperie
incansable:
frente al sol cegador
de la mañana,
junto a los charcos
tras la tormenta,
entre las ramas,
azotada,
contra viento y marea,
bajo el filo de la helada.
La esperanza no desespera
ni se agita
como mi alma.
_M.O.
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